Un 1 de abril hace 45 años, varias personas se reunieron en el principal parque de la ciudad de Boston para protestar por los asesinatos de mujeres negras en el barrio de Roxbury, esa no sería la única manifestación. Los hechos de 1979 no alcanzaron los diarios nacionales, nada es más invisible que una mujer negra en Estados Unidos. El número de víctimas alcanzaría un total de once (además de una mujer blanca). En las marchas empezó a escucharse la voz de un colectivo feminista socialista negro llamado Combahee River.
Sarah Small, tía de una de las víctimas, preguntó a la pequeña multitud que se había reunido en el parque: “¿quién nos está matando?”. La pregunta no tuvo respuesta pero fue disparador de muchas otras. Barbara Smith del colectivo Combahee River cuenta en una entrevista que escribieron el panfleto Seis Mujeres Negras: ¿por qué murieron?, “en respuesta a que en las marchas por los asesinatos solo se hablaba sobre ellos como crímenes raciales. No decían nada sobre la violencia hacia las mujeres, violencia de género ni nada por el estilo. Entonces, escuchábamos a los hombres sugerir que la forma de cuidarnos y evitar ser asesinadas era depender de la protección masculina. No íbamos a aceptar eso como jóvenes feministas negras”. Ellas crecían que si se encontraban en una situación de vulnerabilidad era porque la ciudad era “un hilo en el tejido de la violencia contra las mujeres”. Proponían organizar a las mujeres y que los hombres, en lugar de actuar como protectores, discutieran la violencia machista física, psicológica y verbal que ellos mismos ejercían en muchas oportunidades. Pero la clave de su planteo sería exponer qué alimentaba esa violencia, sobre qué se construía.
El colectivo resaltaba que la doble pertenencia de género y etnia se combinaba de forma específica en el capitalismo y generaba una situación de opresión soslayada por los grupos del movimiento antirracista y el nacionalismo negro y por la mayoría de los grupos feministas blancos. “Decidimos escribir este panfleto por la indignación que nos causa lo que le sucedió a las seis mujeres y a las miles y miles cuyos nombres ni siquiera sabemos. Como mujeres negras feministas peleamos contra toda opresión racista, sexista, heterosexista y clasista. Sabemos que no podemos esperar poner fin a esta crisis y violencia contra las mujeres en nuestra comunidad hasta que identifiquemos todas sus causas, incluyendo la opresión sexual”.
Una historia colectiva
El colectivo Combahee River se había formado en 1974, como parte de la movilización feminista y negra de esos años. Se encontraron en campañas contra el racismo, por la abolición de las cárceles (donde la minoría negra estaba y sigue estando sobrerrepresentada) y por los derechos reproductivos, que buscaba ampliar la lucha por la despenalización del aborto, incluyendo aspectos económicos indispensables para la crianza y la reproducción de la vida.
En 1977 publicaron su manifiesto. El nombre de Combahee River Collective ya era una declaración en sí misma, se reconocían como parte de una tradición, herederas de la lucha de Sojourner Truth, Ida B. Wellso Harriet Tubman. Combahee River homenajeaba la misión liderada por la exesclava y abolicionista Harriet Tubman en 1863 que liberó a 750 esclavos y esclavas durante la Guerra Civil.
El punto de partida de su manifiesto era la trilogía de clase, raza y género para explicar la opresión en las sociedades capitalistas. “Creemos que la política sexual bajo el patriarcado penetra tanto en la vida de las mujeres negras como las políticas de clase y de raza. Es difícil separar raza de clase de opresión sexual porque en nuestras vidas las experimentamos de forma simultánea”. Discutían abiertamente con el nacionalismo negro (varias participaron en partidos como Panteras Negras) y con el feminismo blanco, especialmente con su rama radical. “Aunque somos feministas y lesbianas, sentimos solidaridad con los hombres negros progresistas y no defendemos el proceso de fraccionamiento que exigen las mujeres blancas separatistas”. Eso no significaba abandonar ninguna discusión: “luchamos junto a los hombres negros contra el racismo mientras luchamos con los hombres negros sobre el sexismo”. La feminista negra bell hooks también criticaba a los sectores que sostenían la existencia de una clase sexual por su resistencia a admitir las diferencias entre mujeres o a discutir que había mujeres que explotaban a otras (una barrera para la sororidad), dos ideas que recorren uno de sus trabajos más conocidos El feminismo es para todo el mundo.
Otra clave del colectivo Combahee River era considerar la lucha de las mujeres negras inseparable de la lucha del pueblo negro y, a su vez, de la lucha contra el capitalismo: “la liberación de todas las personas oprimidas exige la destrucción de los sistemas político-económicos del capitalismo y el imperialismo así como el patriarcado. Somos socialistas porque creemos que el trabajo debe estar organizado por el beneficio colectivo de todas las personas que trabajan y crean los productos y no para beneficio de los patrones. Los recursos materiales deben distribuirse entre todas aquellas personas que los crean”. No creían en ninguna “garantía” ni automatismos, estaban convencidas de que solamente como parte de esa lucha era posible construir un mundo libre, sin opresión.
Varias intelectuales y activistas encontraron en los planteos del colectivo Combahee River las premisas de la interseccionalidad, concepto que acuñaría la feminista negra Kimberle Crenshaw en pleno auge neoliberal, cuando varios sectores acompañaron la inclusión condicionada de determinadas demandas y discursos feministas reducidos a “perspectiva de género” de las agendas de gobiernos capitalistas. Hasta hoy, lo interseccional sigue avivando debates, desde sus orígenes hasta su alcance. Más allá de esos debates, me interesa que el legado de colectivos como Combahee resurja en las luchas de quienes no aceptan condiciones ni restricciones.
La importancia de un nombre y la maestra de Brooklyn
El panfleto del colectivo Combahee River en la marcha de 1979 hablaba de las miles de mujeres cuyos nombres no conocían. Era una forma de hablar de lo extendido y sistémico de la violencia patriarcal y también de cómo la invisibilización de esas muertes era otro eslabón de la cadena de violencias que subyace en nuestras sociedades. Ese problema sigue tan vigente, que resurgió en 2015 con la campaña #SayHerName (Decí Su Nombre) de organizaciones feministas y negras como parte del movimiento Black Lives Matter. La violencia policial racista afecta mayoritariamente a los varones, pero el racismo institucional de Estados Unidos también afecta a las mujeres negras y resulta en una multiplicación de desigualdades y estigmas sobre ellas. Ignorar sus muertes es la confirmación del desprecio por sus vidas.
En una escena de Shirley (Netflix), Shirley Chisholm se reúne con el dirigente de Panteras Negras Huey P. Newton. Mientras conversan, Chisholm le habla de sus ideas y Newton le pregunta con arrogancia: “¿Una maestra va a hacer todo eso?”. Ella le responde algo así: “Sí, solo soy una maestra de Brooklyn. Y Harriet [Tubman] era solo una esclava. Y Rosa [Parks] fue solo una empleada doméstica. Disculpá, ¿vos de qué vivís?”. En la escena que sigue Newton anuncia que Panteras Negras apoyará su precandidatura. Chisholm fue electa diputada en 1968 por el distrito 12 de Nueva York y se transformó en la primera mujer negra en participar de la carrera presidencial. Shirley consigue apoyo de muchos delegados pero no resulta candidata (no es spoiler porque todo eso pasó de verdad). Aunque la película no es un documental, cuenta varios de los debates con el feminismo, el movimiento negro y el laberinto sin salida que representaba el partido Demócrata para los movimientos que encendían la calle estadounidenses entonces. Algo de eso se ve también en la serie Mrs. America, cuando la misma convención demócrata de 1972 le da la espalda al movimiento por el derecho al aborto, antes del fallo Roe vs. Wade. Casi un año después de la reversión que volvió a criminalizar a la mayoría de las mujeres y personas con capacidad de gestar, muchos de esos debates confirman su vigencia.
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